Cursillos acelerados de Microeconomía Municipal


Cursillos acelerados de Microeconomía Municipal
Tema de hoy: "Las empresas municipales o como privatizar nuestro suelo a precio de ganga"

El truco de las llamadas empresas o sociedades municipales es más sencillo que cualquier truco del mago Copperfield.

A continuación intentaremos describirles el principio utilizando el antiguo método de la receta:

Gánense las elecciones municipales, si posible con mayoría absoluta. Los primeros años, háganse cosas guapas para ganarse la confianza de la gente. Una vez bien apalancado el culo en la poltrona del poder, fúndese una sociedad anónima vulgar y corriente y dígase al pueblo de que se trata de una empresa municipal, es decir, sugiérase a la ciudadanía de que la empresa es de todos y que se ha creado con el noble propósito de construir pisos a precios asequibles. Una vez dada de alta la sociedad en el Registro Mercantil de Barcelona, comiéncese de inmediato a recalificar todo el suelo de gran extensión para hacerlo urbanizable. No importa si se trata de zonas verdes o de corredores biológicos. Acto seguido, adquiéranse estos terrenos con dineros del tesoro municipal o público, si posible con créditos ­no necesariamente bajo las mejores condiciones financieras para la ciudad- y dígase al pueblo que ahora los terrenos son de todos. Una vez hecho esto, déjense reposar los preparativos un ratito. Mientras tanto, particípese la sociedad municipal al 50% en varias empresas inmobiliarias privadas, diciendo al pueblo que de esta manera se podrán construir pisitos a precio tasado.

Dénsele poderes a la nueva empresa mixta, para que en nombre y representación de la sociedad municipal haga todo lo que le dé la gana para urbanizar los terrenos municipales. Como el objetivo final de cualquier sociedad anónima es hacer beneficios, véndanse poco a poco terrenos municipales a la sociedad mixta, a precios convenidos y consensuados entre los asociados de la empresa "mixta". Durante esta delicada fase es importante hacer todo lo posible para no informar a la ciudadanía en el Boletín Municipal o a las AA.VV. que no estén interesadas en hormigonar los pulmones de la ciudad. Para que el guiso tenga un sabor más popular, inclúyanse también en el consejo de administración de la sociedad municipal a algunos concejales de la oposición, convenciéndoles de que este sacrificio es para el bien de todos (eso sí, sacrificio remunerado, ya que los señores delegados reciben dietecillas). Cuando se dan cuenta del chollo, acostumbran a irse solitos para no quemar su futuro como políticos. Es importante evitar que la sociedad municipal haga beneficios. Es más, procúrese de que tenga pérdidas, ya que así será posible ir "vendiendo" las parcelas a las empresas inmobiliarias privadas asociadas a buen precio y con la conciencia tranquila. Todo el mundo entiende de que cuando las cosas van mal hay que vender el patrimonio para poder afrontar las pérdidas o deudas. (Para los no iniciados en las leyes de la economía: cuando los intereses hipotecarios estén por las nubes, muchas familias tendrán que venderse el piso. Cuando haya muchos pisos en venta, los precios caerán en picado).

Una vez privatizados los pulmones verdes de la ciudad, retírese la participación de la sociedad municipal con las sociedades privadas y véndanse las acciones en el mercado libre. De este modo, cuando se levante el clamor popular, dígase al pueblo de que la sociedad municipal ya no está asociada con otras empresas privadas, ya que se ha vendido su participación.

Con esta simple receta, las empresas privadas que han tenido el gran privilegio y honor de haber sido asociadas de la empresa municipal, con sus nobles ideales de ofrecer al pueblo (algunos) pisitos a precio asequible para jóvenes y familias modestas, además de apropiarse de suelo de la tribu, lo consiguen a precio de ganga: 1 millón de pesetas por piso, cuando en el mercado "normal" hay que poner sobre la mesa 5 millones de pesetas por piso.

Una vez hormigonado todo, espérense los responsables a perder las elecciones después de 24 largos años de gobierno (Dios quiera que así sea), retírense a sus respectivos palacetes y cóbrense vitaliciamente las pensiones pertinentes, teniendo cura de cuidarse mucho el hígado, órgano que acostumbra a enfermar más rápidamente por los excesos de la codicia que por los del alcohol.

Desgraciadamente, esta receta pronto estará obsoleta en el Baix Llobregat, ya que no queda casi nada por hormigonar. Un consuelo para los gourmets de esta especialidad: Catalunya es grande...

Jaume Vincúl (003 1/2)



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