Castelldefels con pies de barro

Castelldefels ha descubierto que su urbanismo tiene los pies de barro y Cataluña ha sufrido una vez más la falta de planificación de las administraciones para prevenir los riesgos naturales

LA VANGUARDIA - 04.01 horas - 13/10/2002

Texto Antonio Cerrillo

"Gent del fang", denomina el historiador Jaume Codina a los pobladores que vivían a mitad del siglo pasado en el delta del Llobregat, no son ya payeses embarrados o harapientos. Esta semana eran vecinos que tienen viviendas con muebles de diseño y parquet flotante y conductores atrapados en el coche e irritados porque no pueden llegar a tiempo a la oficina o la fábrica. El fango ha vuelto a Castelldefels, aunque de otra manera, y lo ha inundado todo. Hasta el debate político.

Las inundaciones registradas esta semana en esta localidad del Baix Llobregat han destapado con estridencia las deficiencias y los riesgos de la urbanización en determinadas zonas de Cataluña. La ocupación urbana de zonas inundables deltaicas (con edificaciones, infraestructuras y demás), la interrupción de los cursos naturales de los ríos y rieras por infraestructuras poco previsoras y la creciente impermeabilización del suelo son algunas de las claves que han agravado los estragos de unas lluvias que los expertos no consideran inusitadas. Pero, además, la cuestionable ejecución técnica de algunas infraestructuras proyecta la imagen de un frágil castillo de naipes sobre la red viaria barcelonesa.

Alimentado por aluviones

La gravedad de las inundaciones en el Baix Llobregat está relacionada con el proceso de ocupación del suelo de una zona muy expuesta a ser anegada, según explica Daniel Sempere, profesor del departamento de Ingeniería Hidráulica, Marítima y Ambiental de la Universitat Politècnica de Catalunya. De hecho, toda la zona comprendida entre El Prat y Les Botigues de Sitges marca la geografía de un delta alimentado históricamente por aluviones.

"Castelldefels y los municipios colindantes se encuentran en la llanura de la desembocadura del Llobregat. Se trata de una zona muy proclive a ser inundada. En la parte más cercana al mar, la zona no tiene pendiente. Este hecho hace que sea muy difícil drenar el agua, ya que no hay inclinación para hacer que circule. La consecuencia es una acumulación de los diferentes caudales: los del agua que cae en las montañas, que llega muy rápidamente al centro de la localidad, y la que cae en la propia localidad", explica el profesor Sempere.

Un problema adicional ha sido constatar cómo las infraestructuras viarias, especialmente la autopista C-32, han actuado como un obstáculo insalvable para los cursos de agua que bajaban desde las urbanizaciones de Castelldefels, de manera que esta infraestructura viaria ha sido una barrera insalvable para el desagüe natural en dirección al mar y una laguna para el barrio.

Pese a que las administraciones habían pactado construir los colectores necesarios para sortear subterráneamente la autopista, ahora se está ultimando el proyecto. Ha llovido en el peor momento. Todo indica que, como mínimo, ha habido imprevisión.

La Agència Catalana de l'Aigua firmó con la Entidad Metropolitana de Medio Ambiente (EMMA) en el año 2000 un convenio por valor de 57 millones de euros para prevenir inundaciones en Castelldefels. De esta cantidad, 31,5 millones fueron aportados por la Generalitat y el resto por la EMMA, con fondos comunitarios. Luego, el Ayuntamiento de Castelldefels solicitó una nueva subvención para los barrios de Bellamar, Montemar y Baixador de la Platja -una de las zonas del conflicto-, que a día de hoy siguen sin red de alcantarillado. Se le adjudicaron fondos por valor de 6,5 millones de euros para esta obra -que debe ejecutar el Ayuntamiento-. Pero su realización no ha llegado a tiempo. Ya no va a servir de consuelo para las 46 familias que debieron ser evacuadas al anegarse su casa.

La pregunta que se hace todo el mundo es cómo es posible que la autopista no tuviera los sistemas para evitar su inundación. El profesor Sempere apunta que en algunos tramos la autopista requeriría soluciones de soporte adicionales para prevenir la riada, como la habilitación de sistemas de bombeo o balsas para retener y regular el caudal y prevenir la inundación.

"Se están haciendo grandes animaladas en el delta del Llobregat porque se ignora de manera crasa y supina que el desagüe en toda esta zona se hace con grandes dificultades, porque en algunas zonas la tierra está incluso más baja que el mar", explica el historiador Jaume Codina, autor de más de una veintena de libros sobre el delta. En toda el área, el agua subterránea está a muy poca distancia de la superficie, y en muchas ocasiones puede fácilmente aflorar haciendo aún más difícil el drenaje. "Cuando caían cuatro gotas, los caminos en estas zonas se hacían impracticables y cuando caían ocho gotas, los caminos sencillamente desaparecían. La población quedaba aislada y no podía vender sus productos en el mercado", rememora Jaume Codina. Ahora, en cambio, la fuerte presión urbanística está haciendo que se estén ocupando terrenos que hasta hace poco no eran considerados aptos.

Otro problema adicional es que en determinadas zonas las nuevas urbanizaciones pueden agravar aún más la impermeabilidad del terreno, con lo que se obstruye el curso natural subterráneo de las aguas. En cambio, la acumulación de agua en la superficie incrementa su volumen y las necesidades de nuevos colectores pluviales, según explica Josep Oriol Comas, vicepresidente de la Fundación Agrícola Catalana.

Mala planificación

No vale, además, atribuir lo ocurrido a la meteorología. "Lo que ha ocurrido en Castelldefels no son fenómenos meteorológicos excepcionales. Son registros intensos y severos, pero frecuentes. Sus consecuencias sí que son extraordinarias; pero esto se debe a los efectos de la ocupación humana mal planificada sobre este territorio, con urbanizaciones y ejes viarios que actúan de barrera", explica Joan Manuel Vilaplana, profesor de Riesgos Geológicos de la Universitat de Barcelona.

¿Ha fallado la planificación?

"Rotundamente. Y esto repercute en la ubicación, el diseño y el cálculo de las infraestructuras. Para prevenir los riesgos naturales, es indispensable que, antes de proyectar estructuras y calificar o recalificar el suelo como urbanizable, se tengan delimitados los peligros. Hay que planificar los usos del suelo atendiendo a su mínima exposición al riesgo. Y únicamente después proyectar correctamente, se deben acometer las necesarias medidas de defensa. A veces la mejor decisión preventiva y la más barata es declarar no urbanizables las zonas expuestas a peligros o que sean inundables", agrega el profesor Vilaplana.

Sin embargo, desgraciadamente la zonificación del riesgo y su aplicación no se hace en España, a pesar de que se dispone de los primeros mapas. "No existe legislación ni normativa que obligue a las administraciones a tenerlo en cuenta en sus decisiones de planificación territorial", dice este experto en riesgos.