LA URBANIZACIÓN NOS AHOGA
El suelo no urbanizado filtra el 70% del agua de lluvia, mientras que el pavimentado sólo el 5%
NARCÍS PRAT
CATEDRÁTICO DE ECOLOGÍA DE LA UB
Nos acordamos de las inundaciones cuando llueve mucho, pero el impacto producido por sus efectos dura poco en los medios de comunicación, y menos en los despachos de los ayuntamientos y en las mentes de los políticos. Pasado el susto, otra vez se persigue lo que es importante para el área de Urbanismo del ayuntamiento, la Conselleria de Política Territorial o el Ministerio de Fomento: ¿dónde hay suelo para construir más viviendas?, ¿a dónde irán a parar los nuevos polígonos industriales?, ¿por dónde pasará el tren de alta velocidad o la nueva autopista? Pocos piensan en los efectos que esta pérdida de suelo sin urbanizar va a originar cuando vengan las nuevas lluvias. Como excusa siempre nos quedará el recurso de acudir a lo inusual de la situación, ya que 200 litros por metro cuadrado en pocas horas es una lluvia extraordinaria.
El consumo de territorio para nuevas urbanizaciones ha sido creciente en el área de Barcelona, donde estamos a cerca de 50.000 hectáreas ocupadas, 20.000 de ellas por infraestructuras. Las inundaciones de hoy son consecuencia de la política territorial de especulación de ayer, ya que el coeficiente de escorrentía del agua de lluvia en el suelo (agua que se escurre sin filtrarse) pasa del 30% en el suelo no urbanizado hasta el 95% en los suelos pavimentados. En el Maresme se ha calculado que el caudal de las crecidas puede llegar a multiplicarse por ocho si el suelo está urbanizado, generándose inundaciones a pesar (o como consecuencia) de la cobertura de sus ríos (recordemos lo ocurrido en Arenys hace pocos días). A causa de la especulación urbanística, la población expuesta a las inundaciones en el Maresme ha aumentado un 30% en los últimos años.
Las infraestructuras (autopistas, carreteras, trenes) contribuyen a agravar el problema. Primero, porque son generadores de escorrentía rápida (más agua en menos tiempo al río o a los colectores), y segundo, porque se oponen al movimiento del agua. Las grandes inundaciones del Vallès en 1994 se dieron aguas arriba de los puentes por la insuficiencia de éstos para evacuar el caudal del río. Parece ser que quienes diseñan los pasos de las infraestructuras por los ríos nunca han visto una crecida fluvial allí donde lo más que hay es fango y muchos restos de vegetación que pueden obturar puentes o tuberías.
Las soluciones al problema se buscan en más infraestructuras, más canalizaciones, limpieza de cauces y cobertura de torrentes y rieras. Pero sólo sirven para esconder los problemas hasta la próxima lluvia extraordinaria. Otras medidas que se han empezado a aplicar para mitigar los problemas de la escorrentía generada por la urbanización incluyen grandes depósitos subterráneos que acumulen el agua de lluvia (como lo está haciendo Barcelona) pequeños depósitos en los edificios o asfaltos más permeables. Estas medidas sirven para lluvias pequeñas o medianas, no para las extraordinarias.
El futuro no es muy halagador. En Castelldefels y otros sitios, pasados unos días, los ayuntamientos acudirán a la Administración autonómica o central en busca de soluciones que tendrán como característica común más hormigón, un colector mayor, un depósito regulador, una nueva bomba para achicar el agua... A nadie se le ocurrirá cuestionar la nueva urbanización que se pretende desarrollar cubriendo un torrente o el nuevo carril de la autopista necesario para evitar atascos, operaciones que van a agudizar el problema en la próxima lluvia. Y aunque en el área mediterráneo, que lluevan 200 litros por metro cuadrado en pocas horas no es una excepción (cada año se producen varias de estas lluvias en alguna parte del territorio), seguiremos excusándonos en la magnitud de la lluvia extraordinaria para que no se descubra la magnitud de la especulación que está en el origen de los problemas de las grandes inundaciones.
Mientras tanto, en la cumbre de Johanesburgo muchos de los responsables políticos que han generado el problema de las inundaciones fomentando la especulación urbanística se han llenado la boca hablando de sostenibilidad.