Testimonio de la carniceria de Faluja

Por anónimo

En Faluja - Los Diarios de Jo Wilding. Jo Wilding, Abogada, Periodista y Payasa de Circo escribe desde hospitales de Faluja, ofreciendo su testimonio personal sobre esta carnicería.

11 de Abril Faluja

Camiones, trailers de petróleo y tanques arden en la autopista a Faluja. Un reguero de muchachos y hombres van y vienen de los camiones que aún no están en llamas, quitandoles todo. Torcemos por carreteras mas pequeñas a través de Abu Ghraib, Nuha y Ahrar, mientras cantamos en árabe. Pasamos vehículos llenos de gente que no tienen nada, que se dirigen en el otro sentido, dejamos improvisados puestos de refrescos a lo largo del camino, desde donde los muchachos nos tiran comida través de las ventanas para llevar a la gente de Faluja, y también para nosotros.

Nuestro autobús esta siguiendo a un coche en el que viaja un sobrino de un Sheikh local y un guía que tiene contactos con el Mujahedin y que ha pactado esta ruta con ellos. La razón por la que estoy en el autobús es porque un periodista que conozco se presentó ante mi puerta hacia las 11 de la noche diciendo que la situación en Faluja era desesperada, que él había rescatado a niños con las extremidades reventadas, que los soldados Americanos habían dicho a la gente que se marchase antes del atardecer o que los matarían, pero que cuando la gente empezó a marcharse, con lo que podían llevarse, fueron retenidos en los puestos Americanos situados a las afueras de la ciudad y mantenidos allí, atrapados, viendo ocultarse el sol.

Me dijo que a los vehículos de emergencia y periodistas no les tenían permitiendo entrar. Me comentó que había ayuda medica que necesitaba entrar y que habría mas posibilidad de llegar allí con extranjeros, con occidentales, para poder pasar facilmente por los puestos Americanos. El resto del camino estaba asegurado por grupos armados que controlan las carreteras por las que teníamos que pasar. Podríamos meter contingentes médicos, ver que mas podríamos hacer para socorrer a la gente y luego usar el autobús para rescatar a los heridos que necesitase salir.

Te mantendré fuera del proceso de decisión que tomé, de todas las preguntas que nos hicimos a nosotros mismos y uno al otro, y tú me puedes librar de acusaciones de locura, pero la decisión se limitó a lo siguiente: Si no lo hago yo, quien sinó?, De cualquier manera llegamos en una pieza.

Apilamos la mercancía en el corredor y las cajas fueron abiertas de inmediato, las mantas fueron lo mejor bienvenido. No es un hospital sino una clínica, una consulta de un medico privado que trata a gente gratis desde que el bombardeo destruyó el principal hospital de la ciudad. Otro ha sido improvisado en un garaje. No hay anestesia. Las bolsas de sangre están en un frigorífico de bebidas y los médicos las calientan bajo el grifo en un cuarto de baño sin higienizar.

Entran mujeres gritando, rezando, golpeandose el pecho y la cara. Ummi, mi madre, grita una. Le sujeto hasta que Maki, un consulta y director en funciones de la clínica, me lleva a la cama de un niño de unos diez años que esta tumbado con una herida de bala en la cabeza. Un niño mas pequeño esta siendo tratado, de una herida similar, en la cama de al lado. Un franco tirador Americano les alcanzó a ellos y a su abuela cuando dejaron su casa par escapar de Faluja.

La luz se va, el ventilador se apaga y en el repentino silencio alguien enciende un mechero para que el doctor pueda continuar operando. La electricidad de la ciudad ha sido cortada durante días y cuando al generador se le acaba el petróleo se las tienen que arreglar como pueden hasta que vuelve a funcionar. Dave rápidamente dona su linterna. Los niños no sobrevivirán.

"Ven", dice Maki y me lleva a una habitación donde a una mujer anciana le acaban de coser una herida en el abdomen. Otra herida en su pierna esta siendo vendada, la cama bajo su pie esta empapada de sangre, una bandera blanca todavía sujeta en su mano y la misma historia. Estaba dejando mi casa para ir a Bagdad cuando un franco tirador Americano me hirió. Parte de la ciudad esta ocupada por marines Americanos, la otra por milicianos locales. Sus casas están en la zona controlada por los Americanos y están totalmente seguros que fueron marines Americanos quienes les dispararon.

Los franco tiradores no solo están causando una carnicería sino también la paralización de los servicios de ambulancia y de evacuación. El hospital mas grande, tras el bombardeo del hospital principal, está en territorio Americano y cortado de la clínica por franco tiradores. La ambulancia ha sido reparada cuatro veces tras daños efectuados por las balas. Hay cuerpos en las calles porque nadie puede ir a recogerlos sin ser disparado.

Algunos nos dicen que estábamos locos al haber venido a Irak; muchos no comentan que estamos completamente tarados por venir a Faluja y ahora hay gente que me indica que montarse en una furgoneta abierta y pasar delante de los franco tiradores para recojer heridos y enfermos es lo mas desbaratado que han oído jamás. Pero yo se que si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará.

Él lleva una bandera blanca con la media luna roja; no sé su nombre. Los hombres que van pasando nos saludan con la mano cuando el conductor les dice a donde vamos. El silencio es feroz en la "tierra de nadie" entre la furgona y la frontera del territorio Mujahedin, que acaba de desaparecer de nuestra vista tras girar la esquina, y la linea de los marines que comienza detrás del muro de enfrente. No hay pájaros, no hay música, no hay indicación de vida hasta que una puerta se abre enfrente de nosotros y una mujer sale, apunta con el dedo.

Nos dirigimos hacia el agujero en el muro donde podemos ver el coche, y casquillos de mortero alrededor. Los pies están a la vista, cruzados en la cuneta. Creo que ya está muerto. También se ven franco tiradores, dos en la esquina del edificio. Creo que aún no pueden vernos así que necesitamos hacerles saber que estamos allí.

"Hola", digo todo lo alto que puedo. "¿Nos podéis oír?" Seguro que pueden. Están a unos 30 metros de nosotros, igual a menos, y está tan calmado que se pueden escuchar las moscas volar. Repito unas cuantas veces lo mismo, aún sin respuesta, así que decido explicarme un poco más.

"Somos un equipo médico. Queremos socorrer e ese hombre herido. ¿Podemos salir a recogerle?. ¿Nos podrías dar una señal afirmativa?"

Estoy segura que me pueden oír pero aun así no responden. Igual no lo entendieron del todo, así que lo digo nuevamente. Dave grita también con su acento Americano. Yo lo grito todo de nuevo. Finalmente oigo un grito de vuelta. No estoy segura, llamo de nuevo.

"Hola"

"Si"

"Podemos salir a recogerle?"

"Si"

Despacio, con las manos en alto, salimos. La nube negra que sale a recibirnos trae con ella un recalentado olor agrio. Solidificado, sus piernas son pesadas. Lo dejo a Rana y Dave, nuestro guía, levantarlo bajo sus caderas. El Kalashnikov esta sujeto por sangre seca a su pelo y mano y no lo queremos con nosotros así que pongo mi pie sobre él arma cuando levanto sus hombros y veo que cae sangre por una herida en la espalda. Le ponemos en la furgona lo mejor que podemos y tratamos de apartar las moscas.

Supongo que tenia chancletas porque ahora está descalzo, no mas de 20 años, viste pantalones cortos de imitación de Nike, una camiseta de fútbol de rayas azul y negra con un gran 28 en la espalda. Cuando los ayudantes de la clínica descargan el cuerpo de la furgona le sale un liquido amarillo de la boca y le dan la vuelta, mirando hacia arriba, con la entrada a la clínica frente de ellos, directo a la rampa del deposito de cadáveres.

Nos lavamos la sangre de las manos y nos montamos en la ambulancia. Hay gente atrapada en el otro hospital que necesitan ir a Bagdad. La sirena encendida, las luces parpadeando, nos arropamos en el suelo de la ambulancia, pasaportes y documentos de identidad mostrados por las ventanas. La llenamos de gente, uno con el pecho sujeto con cinta y un cuentagotas, otro en muletas, sacudiendo las piernas violentamente así que tengo que sujetarlas cuando le sacamos en una silla de ruedas sobre los escalones.

El hospital esta mejor equipado para tratarles que la clínica pero no tiene suficiente de nada para socorrerlos adecuadamente, y el único medio de llevarles a Bagdad es en nuestro autobús, Lo que implica llevarles primero a la clínica. Nos agrupamos en el suelo de la ambulancia en caso de que disparen. Nisareen, una mujer doctor de mi misma edad, no puede retener unas lagrimas cuando salimos.

El doctor sale a mi encuentro: "Podrías ir a recoger a una mujer?, esta embarazada y va a tener un parto prematuro".

Azzam conduce, Ahmed en la mitad dirigiendole y yo en la ventana, la extranjera visible, con el pasaporte en la mano. Algo cae sobre mi mano simultáneamente al chasquido de una bala atravesando la ambulancia, algún plástico roto, volando a través de la ventana.

Paramos, apagamos la sirena, dejamos las luces parpadeando, esperamos, los ojos en las siluetas de hombres con uniformes de los marines Americanos en las esquinas de los edificios. Varios disparos en nuestra dirección. Nos agachamos, tan abajo como podemos, puedo ver pequeños puntos de luz roja paseandose por la ventana, y pasan sobre mi cabeza. Algunos disparos, es difícil saberlo, golpean la ambulancia. Comienzo a cantar. Que otra cosa puedes hacer cuando te disparan? Una rueda revienta con un ruido enorme y una sacudida del vehículo.

Estoy indignada. Estamos intentando recoger a una mujer que esta dando a luz sin asistencia médica, sin electricidad, en una ciudad bajo asedio, en una ambulancia claramente marcada como tal, y nos disparas. Como te atreves?

Como te atreves?

Azzam agarra la palanca de cambio y pone la ambulancia en marcha atrás, otra rueda revienta cuando pasamos sobre la mediana del centro de la carretera, los disparos aún alcanzandonos cuando giramos la esquina. Sigo cantando. Las llantas están desgastandose, goma quemada en la carretera.

Los hombres corren a por unas muletas cuando llegamos y yo sacudo mi cabeza. Ven los nuevos agujeros de bala y corren a ver si estamos bien. ¿Hay otro modo de llegar hasta ella?, quiero saber. La, maaku tarieq. No hay otro camino. Nos dicen que hicimos lo que debíamos. Dicen que han arreglado la ambulancia cuatro veces y que la arreglarán otra vez pero que el radiador esta roto y las ruedas destrozadas, y ella esta todavía en casa, en la oscuridad, pariendo a solas. Le he fallado.

No podemos salir otra vez. No hay ambulancia y además comienza a oscurecier y eso significa que nuestras caras de extranjeros no pueden proteger a la gente que sale con nosotros o a la gente que socorremos. Maki es el director en funciones del lugar. Dice que odiaba a Sadam pero ahora odia a los Americanos todavía mas.

Nos quitamos las batas azules cuando el cielo explota en algún lugar mas allá del edificio de enfrente. Minutos mas tarde un coche ronronea hasta la clínica. Puedo oirle gritar antes de ver que ya no tiene piel sobre su cuerpo. Esta quemado de arriba a abajo. Seguramente no hay nada que se pueda hacer por él. Morirá de deshidratación dentro de unos pocos días.

Otro hombre es sacado del coche en camilla. "Cluster Bombs", dicen, aunque no esta claro si lo dicen por uno o por los dos. Nos vamos andando a la casa de Mr Yasser, esperando en cada esquina para que alguien compruebe antes de cruzar. Una bola de fuego cae desde un avión, se parte en pequeñas bolas brillantes blancas. Creo que son "Cluster Bombs", porque las " Cluster Bombs" están siempre en mi mente, pero se extinguen, son señales de magnesio, increíblemente brillantes pero de corta duración, que dan una visión instantanea desde arriba.

Yasser nos dice que nos presentemos a los demás. Le digo que estoy estudiando para ser abogada. Otro de los hombres pregunta si sé de ley internacional. Quieren saber sobre la ley de crímenes de guerra, qué es un crimen de guerra. Les digo que conozco algunas leyes de la “Geneva Conventions”, que traeré mas información la proxima vez que regrese y que podiamos buscar a alguien que lo explique en árabe.

Sale el tema de Nayoko. Este grupo de milicianos no tiene nada que ver con el grupo que ha secuestrado a los Japoneses. Mientras nos agradecen lo que hemos hecho esa tarde, hablamos sobre las cosas que Nayoko hizo por los niños en la calle, y cuanto les quería. No pueden prometer nada pero intentaran saber donde se encuentra y persuadir al grupo que la tienen de que la dejen en libertad. Supongo que esto no hará mucha diferencia. Están muy ocupados luchando una guerra en Faluja. Pero no hace daño el intentarlo.

Los aviones vuelan sobre nuestras cabeza toda la noche, así que mientras dormito me olvido que no estoy en una lucha lejana, el ruido constante de un avión de reconocimiento sin piloto y con el estruendoso ruido de los jets y el sonido seco de los helicópteros interrumpido por explosiones.

Por la mañana hago perros con globos, jirafas y elefantes para el pequeño, Abdullah Aboudi, que está claramente afectado por el ruido de los aviones y las explosiones. Hago pompas que sigue con su mirada. Finalmente, finalmente, consigo una sonrisa. Los gemelos, de trece años, también ríen, los dos dicen ser diestros con un Kalashnikov.

Los doctores están desechos por la mañana. Ninguno ha dormido mas de un par de horas al día por una semana. Uno ha dormido solo 8 horas en los últimos 7 días perdiendose el funeral de su hermano y su tía porque era requerido en el hospital.

"No podemos ayudar a los muertos", dice Jassim. "Debo preocuparme por los heridos".

Nos vamos otra vez, Dave, Rana y yo, esta vez en una furgona abierta. Hay gente enferma cerca de la linea de marines que necesitan ser evacuados. Nadie se atreve a salir se sus casas porque los marines están en los tejados disparando a todo lo que se mueve. Saad hace una bandera blanca y nos dice que no nos preocupemos. Ha asegurado la calle, ningún Mujahedin nos disparará, la paz está con nosotros, este niño de once años, su cara toda cubierta por un Keffiyeh aparte de sus ojos brillantes, su AK47 casi tan grande como él.

Gritamos a los soldados de nuevo. Sujetamos la bandera blanca con la media luna roja. Dos vienen del edificio, cubre este lado y dice Rana, " Allahu akbar. Por favor no les disparen."

Saltamos y les decimos a los marines Americanos que tenemos que recoger a unos enfermos de las casa, quieren que vaya Rana y traiga a la familia de la casa en la que ellos están en el tejado. Trece mujeres y niños están todavía dentro, en una habitación, sin comida ni agua durante las últimas 24 horas.

"Vamos a limpiar las casas pronto" dice el alto cargo de los marines Americano.

"¿Que significa, limpiar las casas?"

"Rastrear cada casa por armas", mira su reloj, no me puede decir cuando empezará, claro, pero va ha haber fuego aéreo para cubrirles. "Si vas ha hacerlo lo tienes que hacer pronto".

Primero vamos por la calle en la que nos habían visto. Hay un hombre, cabeza bajo, vestido con una dishdasha blanca, con un pequeño reguero rojo en su espalda. Corremos hacia él. Otra vez las moscas han llegado antes. Dave le sujeta de los hombros, yo de las rodillas y cuando le ponemos en la camilla la mano de Dave pasa por su pecho, y a través de una cavidad dejada por la bala que tan limpiamente entró en su cuerpo para reventarle el corazón.

No hay arma en su mano. Solamente al llegar nosotros, salen sus hijos, llorando, gritando. Estaba desarmado, gritan. Estaba desarmado. Salió de la puerta y le dispararon. Ninguno de ellos se ha atrevido a salir desde entonces. Ninguno se atrevió a recoger su cuerpo, horrorizados, aterrados, forzados a violar sus tradiciones de enterrar al difunto inmediatamente. No podían saber que veníamos así que es impensable que hayan salido a recoger el arma y dejar el cuerpo.

Estaba desarmado, de 55 años, disparado en la espalda.

Cubrimos su rostro, le llevamos al furgón. No hay nada para cubrir su cuerpo. Una mujer enferma es ayudada a salir de su casa, las niñas van alrededor de ella con bolsas colgando de sus cuerpos, susurrando, “Baba, Baba.” Papa. Temblando, nos dejan pasar primero, las manos arriba, giran la esquina, entonces les llevamos a la cabina de la furgona, escudando sus cabezas para no verle, el hombre rígido agachado en la parte trasera.

La gente parece salir de sus casas con la esperanza de que podamos escoltares a algún lugar seguro fuera de la linea de fuego, niños, mujeres, preguntandonos ansiosamente si pueden venir todos, o solo las mujeres y los niños. Nos vamos a preguntarles. El marine Americano joven dice que los hombres en edad de luchar no pueden ir. ¿Cual es la edad de luchar?, le pregunto. Contemplativo, “todos los menores de 45. Sin limite por debajo”.

Me da la impresión que todos estos hombres están atrapados en una ciudad a punto de ser destruida. No todos son milicianos, no todos están armados. Y esto va ha pasar fuera de la mirada del mundo, fuera de la vista de la media, porque la mayoría de la media en Faluja esta junto con los marines o en el extra radio. Antes de darnos tiempo a pasar el mensaje, dos explosiones dispersan al grupo de vuelta hacia sus casas.

Rana esta con los marines evacuando la familia de una casa que van a ocupar. La furgona todavía no ha vuelto. Las familias se esconden detrás de los muros. Esperamos, porque no podemos hacer otra cosa. Esperamos en tierra de nadie. Los marines, ellos por lo menos, nos miran con binoculares; igual también los milicianos.

Hago desaparecer un pañuelo en mi bolsillo así mientras estoy sentado como un limón, ningún sitio a donde ir, disparos y explosiones alrededor, hago que el pañuelo desaparezca. Lo mejor es parecer siempre completamente tranquila sin prestar atención, de esta forma nadie se preocupa lo suficiente como para pegarte un tiro. Pero tampoco podemos esperar mucho. Rana se ha ido hace siglos. Tenemos que meterla prisa. Hay un joven en el grupo. Y ella está intentando negociar para que también venga.

Un hombre quiere usar su coche de policía para llevar gente, un par de viejos que no pueden andar mucho, los niños mas pequeños. Le falta una puerta. Quien sabe si es realmente un coche de policía o el coche a sido re-apropiado y ha acabado aquí. Da lo mismo si rescata a mas gente rápidamente. Se arrastran desde sus casas, se pegan a la pared, nos siguen con las manos en alto y caminan por la calle sujetando niños, bolsas y los unos a los otros.

La furgoneta regresa y la llenamos con el mayor numero de gente posible y una ambulancia llega de alguna parte. Un hombre saluda desde lo que ha quedado de la puerta de una casa, desnudo el torso, con un vendaje lleno de sangre en su brazo, probablemente un miliciano pero no hay diferencia una vez que uno esta herido y desarmado. Llevarse a los muertos no es esencial. Como dijo el doctor, los muertos no necesitan ayuda, pero si es lo suficientemente fácil nos los llevaremos. Los soldados nos han dado permiso y la ambulancia esta aquí, corremos a cogerles. Es importante en el Islam enterrar a los difuntos enseguida.

La ambulancia nos sigue. Los soldados comienzan a gritar en Inglés para que pare, apuntandole. Se mueve rápido. Todos gritamos, haciendo señales para que pare, pero parece tomarse para siempre hasta que el conductor nos oye y nos ve. Y para. Para antes de que abran fuego. Les ponemos en camillas y corremos, les dejamos en la parte trasera del vehículo. Rana se escurre en el frente con el hombre herido y Dave y yo nos metemos en la parte trasera con los muertos. Dave dice que tuvo alergias de pequeño y no tiene mucho sentido del olfato. Desearía en retrospectiva haber tenido alergias de pequeña, y saco mi cabeza por la ventana.

El autobús va ha marcharse de regreso, llevandose a los heridos de vuelta a Bagdad, el hombre de las quemaduras, una de las mujeres que había sido disparada por un franco tirador en la mandíbula y hombro, y algunos otros. Rana dice que se queda para ayudar. Dave y yo no nos lo pensamos: También nos quedamos. “Si no lo hago yo, ¿quien sinó?” esto se ha convertido en un motto accidental, y ahora lo tengo todavía mas claro, cuantas mujeres y niños están atrapados en sus casas porque no tienen a donde ir, porque tienen miedo de salir o porque han decidido quedarse.

Al principio estamos todos de acuerdo, pero Azzam dice que tenemos que marcharnos. Tenemos que arreglar algunas cuentas entre nosotros. Tenemos que llevar a esta gente lo antes posible a Bagdad. Si nos secuestran o nos matan causaremos incluso más problemas, así que lo mejor es montarnos en el autobús y marcharnos para poder regresar de vuelta a Faluja lo antes posible.

Duele montarse en el autobús cuando el doctor nos acaba de pedir que fuésemos a socorrer a mas gente. Odio pensar que un doctor cualificado no pueda viajar en su ambulancia pero yo sí, solamente porque yo me parezco a le hermana del franco tirador Americano, pero así es como es hoy mismo y como era ayer y me siento como una traidora por marcharme, pero no creo que tenga otra elección. Esto es una guerra y aunque no estoy acostumbrada a que me digan lo que hacer, esta vez lo tengo que hacer.

Jassim esta asustado. La toma con Mohammed constantemente, intenta sacarle del asiento del conductor cuando estamos en marcha. La mujer con el disparo en la mandíbula está en la parte de atrás, el hombre de las quemaduras delante de ella, ventiladose con cartón de cajas vacías, su bolsa cuentagotas colgando del rail a lo largo del techo del autobús. Hace calor. Debe de ser insoportable para él.

Saad viene al autobús a desearnos buen viaje. Le da la mano a Dave y luego a mi. Le sujeto su mano con mis dos manos y le digo “Dir balak”, ten cuidado, como si no pudiese decir algo más estúpido a un niño de 11 años Mujahedin con un AK47 en su otra mano, y nuestros ojos se encuentran fijamente, los suyos llenos de fuego y miedo.

¿No me lo podría llevar?, ¿No me lo podría llevar a algún lado donde pueda ser un niño?, ¿No le puedo hacer una jirafa con un globo y darle lapices de colores y decirle que no se olvide de lavarse los dientes?, ¿No puedo encontrar a la persona que ha puesto un fusil en las manos de este pequeño?, ¿No le puedo decir a alguien lo que eso le hace a un niño? ¿Le tengo que dejar aquí donde esta rodeado de hombres con armamento, y muchos de ellos no están de su lado, con cuantos lados haya en todo esto?, y por supuesto lo hago. Le tengo que dejar, como a todos los niños soldados en todas partes.

El camino de vuelta es tenso, el autobús casi se encalla en un montón de arena, vemos gente escapando por cualquier medio, incluso apilados en el trailer de un tractor, filas de coches, furgonas y autobuses llevando a gente al dudoso santuario de Bagdad, filas de hombres en vehículos regresando a la ciudad después de haber dejado a sus familias a salvo, para luchar o para socorrer a mas gente. El conductor, Jassim, el padre, ignora a Azzam y va por una carretera diferente, de pronto ya no estamos siguiendo al coche de enfrente, y la carretera esta controlada por grupos armados distintos de los que nos conocen.

Un grupo de hombres nos hacen señales con sus armas para que paremos. Aparentemente creen que hay soldados Americanos en el autobús, como si no tuvieran tanques o helicópteros, y vienen hombres que salen de sus coches gritando “Sahafa Amereeki”, periodistas Americanos. Los pasajeros gritan desde las ventanas, “Ana min Falluja”, Somos de Faluja. Hombres armados corren hacia el autobús a cerciorarse y ven que es cierto, que hay enfermos y heridos de Irak, se relajan y nos dicen adiós con la mano.

Paramos en Abu Ghraib y cambiamos sitios, los extranjeros en el frente, los de Irak menos visibles, Los fulares fuera para parecer mas occidentales. Los soldados Americanos se ponen tan contentos de ver occidentales que no les preocupa demasiado los de Irak que viajan con nosotros, cachean a los hombres y el autobús, dejan a las mujeres sin cachear porque no hay mujeres soldados para cachearnos a nosotras. Mohammed no para de preguntarme si todo va ha salir bien.

“Al-melaach wiyana”, le digo, los ángeles están con nosotros. Se ríe.

Y entonces llegamos a Bagdad, les llevamos al hospital, Nuha llora cuando se llevan al hombre de las quemaduras chillando y mascullando. Pone sus brazos sobre mi y me pide que sea su amiga. Me hace sentirme menos aislada, me dice, menos sola.

Y las noticias del canal satélite dicen que se mantiene la tregua y que George Bush les dice a las tropas el domingo de Pascua que: “Sé que lo que estamos haciendo en Irak está bien”. ¿Disparar contra hombres desarmados fuera de sus casas está bien?. ¿Disparar a abuelas con pañuelos blancos está bien?. ¿Disparar a mujeres y niños cuando escapan de sus casas está bien?. ¿Disparar a una ambulancia está bien?

Mira George, ahora también yo lo sé. Sé que pasa cuando embruteces tanto a la gente que no tienen nada más que perder. Sé que pasa cuando una operación se hace sin anestesia porque los hospitales están destruidos o bajo el fuego de los franco tiradores y la ciudad sitiada y la ayuda medica no acaba de llegar. también sé como se oye. Se que pasa cuando las balas silban cerca de tu cabeza, incluso dentro de una ambulancia. Sé que pasa cuando el pecho de un hombre ya no está dentro de él, y sé como huele, y que pasa cuando su propia mujer y niños salen de la que fué su casa.

Es un crimen y una deshonra para todos nosotros.


Volver a artículos